
Llegaron para demandar el respeto a sus territorios.
Llegaron para que se respete su identidad y cultura.
Llegaron para demandar que no destruyan ni contaminen el medio ambiente, que respeten su espacio vital.
Llegaron para demandar un trato igualitario, e iguales oportunidades para todos.
Llegaron para demandar su derecho a la autodeterminación de sus pueblos y por la dignidad de todos ellos.
El gobierno excluye a los pueblos indígenas del Chaco, Oriente y Amazonía, al negarse a dialogar y buscar soluciones de fondo a los problemas.
Esta marcha demostró que el actual régimen que gobierna el país, no tiene nada de indígena y está en contra de los pobres. Existió una evidente “discriminación” con los indígenas del Oriente que no fueron tratados como bolivianos, situación que muestra claramente que en Bolivia existen ciudadanos de primera y de segunda.
Frente a ello, se vieron en la necesidad de crear el Primer Parlamento Indígena del Oriente, mecanismo democrático en pleno funcionamiento con sustento legal, que podrá poner en evidencia, una vez más, la imperiosa necesidad de transformación del Estado.
Los indígenas marcharon, cargaron con valentía y firmeza la pobreza y sus necesidades, el abandono, las inclemencias del tiempo y el duro y largo recorrido. Fueron insobornables, con mucha dignidad y fuerza moral. Un ejemplo para la Bolivia actual. Marcial Fabricano se tornó el líder indiscutible. Tamaño sacrificio solo se puede ver y soportar en tiempos de guerra.
Llega el final de una Gran Marcha que representó a las 34 Naciones Indígenas (de las 36 reconocidas en Bolivia). Fue una marcha planificada por sus actores, sin intromisión política, sin condiciones, ni intereses económicos; fue una marcha por la dignidad y el respeto a los pueblos indígenas del Oriente.
Los indígenas se van agradecidos con Dios, con todo el pueblo boliviano, con Santa Cruz que los recibió, los acogió y los cobijó, con todas las personas que en forma muy desinteresada los ayudaron y los apoyaron durante el recorrido de la marcha.
Desde el inicio presentían la discriminación, el no reconocimiento como indígenas (en un gobierno indigenista, que dice defender el derecho de los pobres, de su inclusión y respeto por los derechos de los más desposeídos). Por eso, marcharon con su símbolo (la bandera del Patujú) que representa a indígenas y no indígenas del Oriente, para diferenciarse del símbolo indigenista del régimen.
Fue una marcha hacia Santa Cruz, que por su progreso, desarrollo e identidad, podían ser mejor tratados y reconocidos. A pesar de sus grandes necesidades básicas, no buscaron beneficios económicos que los corrompa, los divida, y les cause más daño moral, como el que les hizo el “fondo indígena”.
Marcharon para que la sociedad boliviana y el mundo sepan que existen, que están aquí hace miles de años, mucho antes que se descubriera América y de la creación de Bolivia.
Vinieron para demostrar que hasta ahora, están metidos en un país que no los quiere incluir, no los toma en cuenta desde su fundación y que, en múltiples ocasiones, fueron sacrificados, masacrados, atropellados, utilizados y corrompidos.
Hace más de treinta años marcharon por lo mismo, la dignidad y su territorio. Ahora se han organizado y han conformado un Parlamento de las Naciones Indígenas del Chaco, Oriente y Amazonía, que les permitirá, reivindicar sus demandas, y la necesidad de mantenerse unidos.
Ahora quieren participar de un Estado de hombres libres, que sean capaces de cambiar el modelo, la estructura del Estado, que tiene que nacer, como debió ser desde su inicio, de abajo hacia arriba, desde sus raíces, desde sus orígenes y no desde elites que buscan sus propios intereses en desmedro de los intereses colectivos, donde impere la justicia, la fraternidad, la cooperación, subsidiariedad, solidaridad y libertad.
Si queremos permanecer unidos, tenemos que respetar y preservar las identidades de todos los pueblos; hacer un gran pacto para tratarnos como iguales; salvaguardando las libertades; distribuir el poder, la soberanía y los recursos entre los pueblos y sus territorios para poder convivir en la diversidad y no seguir insistiendo en una homogeneidad forzada.
Por sus demandas y aspiraciones deberíamos participar y unirnos todos; merecen todo el reconocimiento y apoyo. Es necesario que indígenas y no indígenas del Oriente se unan, para apoyarnos, ayudarnos y luchar siempre juntos.
Ellos tienen muchas necesidades materiales. Hoy se van, dejándonos hermosas lecciones de su espiritualidad, de paz y humildad, de moral y civismo. Se van con la conciencia tranquila, por haber hecho y dado todo lo que les fue posible.

Se van y merecen ser despedidos como valientes, con respeto y gratitud por sus lecciones y ejemplo de sacrificio y espíritu inclaudicable.
“¡El rey de España ha muerto! nosotros seremos libres por nuestro propio mandato. Las tierras son nuestras por mandato de nuestros antepasados a quienes los españoles les quitaron”.
Pedro Ignacio Muiba, 10 de Noviembre de 1810

Civico. Presidente del Comité Pro Santa Cruz 2011/2013. Director en Instituto del Riñón. Estudió Nefrología en Universidad de la República. Estudió Terapia Intensiva en Universidad de Sao Pualo-Brasil. Posgrado en Políticas y Planificación de la Salud, Universidad Autónoma Gabriel Rene Moreno – UAGRM. Diplomado en Docencia en Educación Superior, Universidad Católica de Bolivia.